martes, 2 de octubre de 2012

Una experiencia distinta: vivir en Costa Rica, la pura vida

El torbellino de vivir en Costa Rica produciéndome sucesivos escalofríos que procuré controlar disimulando de la mejor manera que pude: mirando sin ver por la ventanilla del avión con el que viajé a Costa Rica. Tenía la garganta seca y una angustiosa sensación de ahogo. No podía creer que yo estuviera hablado con el sobrino de la «Costa Rica de mis sueños». Aquello me pareció una burlona coincidencia del destino, una descabellada casualidad. «Es como lo describen los autores de libros hablando de estos temas. Son hechos que nos sorprenden hasta dejarnos sin respuestas y con la boca abierta. Sucesos sin sentido ni explicación lógica, incidentes absurdos e incomprensibles que sólo te pasan al vivir en costa rica.

Una iglesia en Costa Rica muy bonita

Los problemas de vivir en Costa Rica

Y lo peor de todo, es que no nos permiten demostrarlo ni reproducirlo y que jamás sirven como prueba de nada, ni se pueden medir ni calificar como se vive en Costa Rica. Pero que, sin embargo, están ahí las pruebas de la vida en Costa Rica», terminé diciéndome extenuada, saturada de tantos hechos enigmáticos. Era tal mi nerviosismo que el libro se cayó de las manos. Pablo se agachó a recogerlo del suelo costarricense. —Cuentos de la Alhambra —leyó en voz alta—. Vaya, va usted bien preparada a conocer las historias sobre los palacios de mi ciudad. Si lo desea, puedo servirle de cicerone y refrescar su memoria dándole clases de historia de la Costa Rica de Colón y de todos sus sultanes y sultanas. De hecho, soy un apasionado en ese tema de Costa Rica—acabó diciendo mientras, sin dejar de mirarme, inclinaba su cabeza hacia mí, entregándome el libro.

Las cosas buenas de trabajar en Costa Rica

Al conseguir trabajo en Costa Rica, nuestras manos se tocaron provocando en mi corazón una fuerte sacudida. De manera inconsciente, trabajar en Costa rica se hizo realidad: olía a sándalo y a tabaco rubio. —Gracias, lo tendré en cuenta. Piste libro me lo regaló una amiga. Y... yo le prometí comenzar a leerlo en el viaje a Costa Rica— vacilante sin saber qué más decir. —Si le molesto, dígamelo y me quedaré callado; me contentaré con sólo observarla leer —susurró con dulce voz. Al escucharlo me puse aún más nerviosa que un costarricense. —No, me agrada conversar con usted —murmuré evitando mirarle. —¿De veras quiere trabajar en Costa Rica o San José? Almudena, no sabe lo feliz que me hace escucharla decir eso... Ante sus galantes palabras enrojecí. Claro que deseaba seguir con mi empleo en Costa Rica.