viernes, 3 de agosto de 2012

Fragmento de un poema irlandés



Hoy os dejo este bonito fragmento de un libro de Jio, es mi parte preferida y habla del viaje a Irlanda que realizan durante una semana, podéis ver otro fragmento interesante sobre los irlandeses en vivir en Irlanda

¡Emily! —llamó Bee desde Irlanda. Oía su voz que se acercaba y entonces la puerta se abrió, crujiendo un poco, y yo abrí los ojos y vi la cara de Bee que se asomaba.
—¡Oh! Lo siento, cariño, no sabía que estabas durmiendo. Son casi las diez, serán como las 12 en Dublín. Es Greg por teléfono. Está bien —dije un poco grogui—. Voy enseguida, un segundo.
Me levanté y me desperecé, me puse mi recatada bata de lana floreada y salí para dirigirme al salón, donde me esperaba el maldito irlandés con el teléfono en la mano.
—Aquí tienes —murmuró Bee—, parece feliz de hablar contigo. ¡Chsss!

No quería que Greg pensara que yo estaba sentada esperando su llamada, porque no lo estaba. Además, aún no había tomado mi café y mi nivel de paciencia estaba por debajo de cero.
—¿Diga? Emily, hola. Hola, dije.
Me animé al oír su voz directamente desde Dublín, donde me encanta viajar. Me produjo el mismo efecto de un café doble, el típico café de Irlanda de mala calidad. Sabes —dijo—, aún me estoy recuperando de la impresión que me ha causado verte y saber que estás de vuelta en la isla. ¿Te acuerdas de cuando encontramos en los puentes de irlanda aquella cuerda vieja de columpio cerca de la playa del señor Adler? Sí —dije, sonriendo, acordándome de pronto del color de su bañador: verde, con un ribete azul. Tenías miedo de probarla —dijo—, pero yo te prometí que permanecería a en el agua esperándote para agarrarte.

Sí, pero olvidaste decirme que me iba a caer de panza al agua

Nos reímos y me di cuenta de que nada y todo había cambiado desde que viajamos a Irlanda. Oye, ¿qué haces esta noche? preguntó, con cierta inhibición o timidez, algo que no tenía el Greg que yo había conocido en el verano de 1988. O bien había perdido la confianza en sí mismo o había ganado humildad. No podía decirlo con certeza. Bueno, nada —respondí. Estaba pensando en que, si tú quieres, podríamos cenar en el Robin’s Nest. Un amigo mío abrió el restaurante en irlanda el año pasado y, bueno, no tiene el nivel de un restaurante de Nueva York, pero, para nosotros los isleños, está bastante bien. Tiene una carta de vinos excelente.

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